¿Qué es y qué no es el sexo tántrico?

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sexo tántrico

«En los kioscos de periódicos y libros para entretener a los viajeros no faltan libros sobre el tantrismo: Tantra para hacer el amor divino (con DVD incluido), Tantra: cómo hacer que su mujer se vuelva loca en la cama, etc.», escribe el académico Raffaele Torella en su introducción al libro El Tantra: la tradición hindú, de Andre Padoux. Pareciera que en nuestra época el tantra, y sus estados de éxtasis que convierten la existencia en un «saborear maravilloso», están a la vuelta de la esquina.

La tendencia de la sociedad occidental secular –cuya filosofía dominante (o ausencia de filosofía como dominio de pensamiento) es el capitalismo neoliberal– de todo transformarlo en superficial utilitarismo tiene su más claro ejemplo en la forma en la que se ha apropiado del tantrismo. Lo que es parte de un cuerpo de conocimiento esotérico, transgresor y trascendental, aparece en las portadas de revistas como Cosmopolitan, en cursos de fin de semana y recibe un tratamiento de producto milagro o producto de consumo. (Por otro lado, hay que mencionar que el tantrismo como un sistema integral definido es una categoría creada por el occidental, lo que existe en Oriente es una serie de prácticas diversas no aglutinadas que tienen en común utilizar ciertos textos –los tantras–, para realizar ciertas prácticas con el fin de liberar la energía en el cuerpo, purificar el karma y acceder a ciertos estados de percepción en los cuales la realidad divina se hace tangible).

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La fácil popularidad que ha cobrado el tantrismo en Occidente, hasta el punto de llenar los estantes de las revistas y las ofertas del mercado espiritual, tiene que ver con dos razones fundamentales. La primera: el tantrismo, ya sea budista o hinduista, es el vehículo más veloz para lograr la liberación; la segunda: el sexo juega un papel importante siendo que, como dice un antiguo texto, «sólo hay liberación para un ser encarnado»: el cuerpo es el vehículo en el que se hace tangible la energía del cosmos (la energía lleva a la conciencia divina) y por lo tanto el cuerpo es el vehículo que puede conducir hacia la liberación, hacia ser un alma liberada en vida jivanmukta. Lo cual le hace pensar a la mentalidad occidental que el tantra es una forma de saciar su deseo: el deseo de obtener una cura, una solución relámpago, una pastilla instantánea para su malestar existencial y también de saciar su hedonismo, siendo la sexualidad, en el mundo inundado por las imágenes hipersexualizadas de la publicidad, la forma más presente y que más fácil asociamos con un contacto con la energía que en el tantrismo hinudista suele llamarse «Shakti», la diosa que es la manifestación primera de la Conciencia Divina. En el cuerpo verdaderamente yace presente la energía cósmica original, de la misma manera que en un embrión se recapitula el origen del universo («la ontogenia recapitula la filogenia», Haeckel), y es el sexo una forma de sintonizar esta energía cósmica creativa.

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La sexualidad es sin duda importante en el tantrismo, pero el tantrismo en ninguna medida se puede reducir a la sexualidad y no se puede experimentar la sexualidad tántrica sin la filosofía y las prácticas rituales que in-forman y dotan a la sexualidad de una dimensión mística y sagrada. Como dice uno de los grandes expertos occidentales en el tantrismo, André Padoux, central al tantrismo es el rito y «no hay práctica ritual o corporal que no sea sostenida, orientada, explicitada y justificada por una ideología, por creencias: no se ejecuta ningún rito, ni se hace yoga, ni hay unión sexual, ni se pronuncia mantra alguno sin saber lo que se hace y por qué se hace, aunque el acto realizado o la palabra enunciada carezcan en sí mismo de sentido explícito… las prácticas son vividas y pensadas. Son actos que hay que aprender en su totalidad». Y si bien esta totalidad, y esta experiencia que lleva a la totalidad, se vive fundamentalmente en el cuerpo, que es el nodo atravesado por la energía divina de la cosmovisión tántrica, esta experiencia está circunscrita a toda una estructura filosófica, una ideología y un conocimiento religioso que se convierte en una forma de vida. En otras palabras, no se puede experimentar el «sexo tántrico» como tal sin estar versado en el tantrismo, ya sea este el tantrismo no dual shivaíta, el tantrismo vishnuita, el tantrismo budista o vajrayana u otros tantrismo. Y todos estos tantras son sofisticados sistemas filosóficos cuya finalidad es experimentar en carne propia la divinidad o en el caso del budismo el estado de la mente primordial, los cuales requieren de toda una serie de prácticas preliminares, por lo cual es prácticamente imposible que alguien aprenda «sexo tántrico» en un curso o algo similar y de tan corta duración. Primero se debe ser parte de una tradición y esto es algo que requiere generalmente de años de dedicación –y eso que es el vehículo más veloz a la liberación– además de requerir de una iniciación apropiada.

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Como un apéndice, parece útil mencionar lo que ha dicho el maestro de budismo tántrico vajrayana Traktung Rinpoche sobre este tema:

La visión tántrica es fundamentalmente distinta. No tiene que ver con la renuncia, sino con la transformación. Algunas actividades, como el sexo, van bien siempre y cuando se hagan dentro de una práctica tántrica transformacional. Pero eso es algo interno. Es muy fácil decir que uno está teniendo sexo como un práctica transformacional tántrica mientras que en realidad sólo se está indulgiendo en un deseo que forma más apego.

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Lo anterior va en contra de lo que es la característica esencial del tantra, según Padoux, esto es, que pone el deseo (kama, en sánscrito) en servicio de la liberación (y no el deseo en servicio de la gratificación del ego o del mercado). Dice Traktung Rinpoche que el tantra que consumimos comúnmente es una versión «new age soft core porno» del tantra. «Es tomar algo que es capaz de lograr el potencial más profundo de ser humano, la comprensión de la conciencia primordial vacía y luminosa… y reducirlo a posiciones de Kama Sutra… El tantra no es psicoterapia y la terapia sexual no es tantra».

Aclarando esto, podemos hablar un poco de qué es el sexo tántrico, siempre en relación a lo que los autores de las tradiciones tántricas, específicamente el shivaísmo de Cachemira (la tradición más identificada con el tantrismo), han dicho sobre este tema. Probablemente el autor más importante en este sentido es Abhinavagupta, quien en su monumental Tantraloka (Luz sobre los tantras) describe la unión sexual como un método de unión metafísica. Dice Andre Padoux sobre esta mención, que ocurre en el capítulo 29 de la obra citada: «la unión ritual ya no pretendía generalmente producir secreciones con uso sacrificial, sino, desde una perspectiva metafísica (y socialmente distinta), conducir a través del orgasmo al rebasamiento de los límites del yo empírico y a la fusión con la divinidad, al mismo tiempo que a señalar el rechazo ritual de las reglas de la sociedad de casta». Mencionar que es parte del «tantra de mano izquierda» y de algunas escuelas yóguicas y alquímicas ingerir las secreciones sexuales para trascender la dualidad –todo tiene el mismo sabor, todo es luz-conciencia, todo es Buda, todo es Shiva– y comulgar con la divinidad. Así que el sexo tántrico no es cualquier cosa y si estamos tentados a buscar un atajo, esto no llegará a buen puerto, e incluso puede ser peligroso. Esto es algo que se puede observar en el hecho de que históricamente en la India y en otros países asiáticos el tantrismo, ha sido visto como magia negra o brujería y temido por los no iniciados que ignoran el sentido de sus ritos (quizás en Occidente tenemos un ejemplo similar en el escándalo que generó en su tiempo Aleister Crowley, «La Gran Bestia», con sus prácticas transgresoras, algunas de inspiración tántrica). Asimismo, los maestros tántricos advierten que las personas que coquetean frívolamente con practicar tantra y que no tienen la disciplina para realizar las práctica pueden ser fácilmente destruidos psicológicamente. El camino más rápido es como un relámpago, como un diamante, pero también como una navaja.

Fuente: Alejandro Martinez Gallardo, estudia las tradiciones místicas y filosóficas de Occidente y Oriente.

Lorena Medina Danessi, Psicoterapeuta de Pareja y Sexualidad

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