Cuando una persona nos agrede, nos lastima, nos traiciona, nos humilla o sencillamente nos hace pasar un mal rato, nos sentimos en consecuencia en situación de desagrado, de molestia, de rabia, de tristeza e inclusive con alguna necesidad de hacer que esa persona se haga responsable de ese mal que afrontamos.
Es muy humano sentir todos esto, es muy humano inclusive planear una venganza para darle una lección a nuestro «victimario», pero la realidad es que para el que recibe el agravio es mucho más doloroso, menos sanador, menos saludable quedarse enganchado de esas emociones, es muy lógico sobre todo cuando las acciones son recientes sentirse mal, pero extender esto en el tiempo, revivir aquello que nos hizo sufrir no es en lo absoluto sano.
Luego… Qué ganamos cuando no perdonamos?
Alimentar nuestro ego: Darle fuerza a esa parte de nosotros que si lo permitimos termina controlando hasta nuestros sentimientos, no perdonar es muy característico de nuestro ego, que es el que realmente se siente herido, el que realmente sufre con las acciones de otro, el que todo lo toma personal y no es ni remotamente capaz de pensar que todos estamos acá en proceso de crecimiento y evolución, y una de las formas por las cuales podemos aprender es a través del error.
Hacernos daño emocionalmente: Nuestro estado natural de calma, se ve profundamente alterado cuando de forma consciente o inconsciente mantenemos una herida sin sanar y un perdón sin otorgar, vamos albergando e incrementando la rabia, el resentimiento, la frustración, el rencor y nos vamos ahogando entre tanta energía negativa.
Dejar de prestarle atención al presente: Cuando no perdonamos, daremos paso a pensamientos que nos harán revivir aquello que nos hirió, que nos hizo sufrir, y mientras lo revivimos volvemos a sentir todo aquello que nos ha lastimado y no permitimos que la herida sane… Nuestros pensamientos también podrán viajar al futuro, contemplando en nuestra imaginación todo aquello que podría resarcir nuestro dolor o malestar a través de una venganza y así perderemos la oportunidad de vivir cosas más placenteras en nuestro presente o de ocupar la mente con otro tipo de pensamientos de mayor beneficio.
Darle el arma a quien nos hizo daño: El victimario aún sin saberlo, ni quererlo tendrá la capacidad de hacernos daño una, otra y otra vez, cada vez que nuestras energías se drenen, esa persona nos lastimará nuevamente y nosotros seremos los únicos responsables de permitirlo, generarlo y soportarlo.
Privarnos de algunas experiencias: Cualquier cosa que tenga relación con aquello que no perdonamos será evitada por nosotros, aun cuando no exista un peligro o una amenaza real, si alguien por ejemplo nos fue infiel, pues nos veremos en el riesgo latente de pasar por esa situación y no nos sentiremos seguros en ninguna relación.
Por todas las cosas que ganas al NO PERDONAR, es que consideramos que en tus manos está la posibilidad de hacer un reinicio y liberarte de aquello que te hace daño, que te lastima y aún te tortura, el perdón es una necesidad para vivir bien.
Son incontables las consecuencias de no sanar nuestras relaciones, a nivel inconsciente llevar esa carga nos produce muchísimos problemas. Por eso comienza a trabajar en el perdón a cada una de las personas que creas que lo merece, comienza por ti mismo, perdónate amorosamente toda acción hacia ti o hacia un tercero y corta con el ciclo energético que trae una mala acción, haciéndola permanente en el tiempo y dañándonos una y otra vez. Perdona y siente como sanan tus relaciones, cómo cambia tu vida para bien y cómo comienzas a ser otro, sin sentir desde el dolor y con el corazón abierto a todas las bellas oportunidades de la vida.
«Perdonar el pasado es darle una oportunidad al futuro»-Paulo Coelho